Pasillo de aeropuerto. Acabando de pasar las puntos de control, camino mientras me pongo nuevamente la chaqueta y el cinturón. A mi encuentro viene N., sonriente, alegre, como siempre. A punto de embarcar, nos despedimos tras el breve encuentro.

Minutos más tarde. Hago tiempo para mi vuelo mientras bebo un café con leche. Pienso en la conferencia de ayer de Steiner. Introducción tristemente provinciana por parte de los grises burócratas de turno. Los intelectuales y los artistas deberían evitar ciertos reconocimientos oficiales.  El galardón contamina… en el peor de los casos corrompe. La puesta en escena es en sí misma un resumen de la conferencia que vendrá. Una Europa cansada, la ciudad como refugio de la nada, el nihilismo sin esperanza con máscara de carnaval localista. El ennui, padre de todos los desastres.