Plusvalía. Nathan me pide unas monedas. «Cinco» dice. Abro mi billetera, elijo cinco y se las entrego. Las observa un instante, y enojado, las arroja al suelo. Me mira serio, indignado, decepcionado. «¿Qué pasa hijo? ¿Por qué tiras las monedas? ¿Acaso no me pediste que te de cinco?», pregunto inocentón. «No está bien papá. No está bien». «¿Qué no está bien?» vuelvo a preguntar. «¿No lo ves? ¡Me has dado las más pequeñas, eso no está bien, papá!» remata, engañado y sorprendido ante la tacañería de su padre. «Tienes razón» contesto avergonzado. Y le entrego otras más grandes.
(abril de 2018)