154

El primer carrete que fotografié en Terezin no se expuso bien. A uno le gustaría argumentar algún tipo de razón metafísica, tan propia para las circunstancias. Pero su explicación seguramente sea más sencilla, pueril, diría, y no se deba más que a la confusión entre un carrete blanco y negro y otro en color, entre una sensibilidad y otra. Un negativo donde se insinúan retazos, signos. Unas líneas apenas perceptibles que dan cuenta de una realidad que no llegó a cristalizar.  

Días previos al rodaje de mi film sobre Walter Benjamin recuerdo una pesadilla: «un cuarto oscuro, un negativo que a punto de revelarse se vela… una capa gris que lo diluye todo…». A mitad de rodaje, otra, si bien distinta, recurrente en su sentido íntimo: una entrevista cuyo audio no quedaba grabado.  

(septiembre 2012) 

Lo inefable

No confundir lo innombrable, lo inimaginable, lo indecible, con la banalidad de la representación. Hay testimonio, hay imagen, hay deber de imaginar. De entender. Nada que haya sido hecho por el hombre puede no ser imaginado o estar fuera de las posibilidades del pensamiento. No hay que convertir la Shoah en una experiencia religiosa (el innombrable, lo inefable, el sin rostro).

[ Terezin, julio de 2012 ]

El trauma

Es tan grande el trauma, el crimen, la herida, que damos vuelta el rostro, intentamos olvidar. Para no ver, para no pensar, para no saber.  La mismas conmemoraciones anuales son fechas de guardar que no ayudan a la comprensión del fenómeno. Es muy difícil vivir con la certidumbre de que esto fue y es posible. Los días se suceden, el azul del cielo baña nuestros rostros, el sol se hace fuerte, optamos por la sonrisa y por la alegría. Es natural. Es también saludable. Y sin embargo, “esto” está aquí. Como un pozo, como un interrogante, como un signo de exclamación, como un letrero de aviso, como un aviso de incendio…

[ Terezin, julio de 2012 ]

De placas conmemorativas y crímenes históricos

En la fachada de un ayuntamiento de una pequeña ciudad centroeuropea encontramos la siguiente placa conmemorativa: “en memoria de los crímenes cometidos por los regímenes comunistas a nuestros ciudadanos [1945-1989]”. Me quedo mirándola y trato de imaginar una placa similar, en unos años, que rece: “en conmemoración de las miles de víctimas del capitalismo salvaje [1989-20¿?]”.

nota aclaratoria: no pongo al mismo nivel los crímenes de la dictadura comunista con la democracia. Lejos estoy de una postmodernidad que tantos males nos ha traído. Pero nuestro sistema democrático ha dejado hace tiempo de estar al servicio del ciudadano para convertirse en coartada criminal de los intereses económicos del momento. ¿Cómo explicar sino el desahucio de 350,000 familias, y tan solo en España? ¿O la condena al paro de más del 25% de la población activa del país? ¿Imaginemos el «transfer» de 350,000 familias por la fuerza? ¿No se podría considerar, en un futuro, bajo el prisma de una sociedad que evolucione hacia una forma de gobierno al servicio honesto de la población, como un crimen de lesa humanidad? Miremos a Grecia, por ejemplo, y veamos los desmanes que se están haciendo en nombre de esa supuesta democracia, que no deja de ser una sigla vacía de contenido, en la medida en que la ciudadanía, y sus verdaderos representantes, no logren subyugar los intereses particulares de algunos y sus colaboradores, al interés general de la sociedad. Todo el resto, no son más que habladurías retóricas vacías de todo sentido. Democracia, por supuesto, sí. Pero exige su refundación, devolverle su sentido. 

Terezin/Theresienstadt

(David Mauas, Terezin, 1999)

En el año 1999 fui invitado para participar en un workshop titulado «locating terezin», que tenía lugar, tal como su nombre lo indica, en el antaño gueto «modélico» de Theresienstadt (actual República Checa, a sesenta kilómetros de Praga). En esos años me encontraba desarrollando una tesis doctoral (nunca terminada) sobre la representación del holocausto, y el tema de Terezin/Theresienstadt era central a mi entender a la hora de enfrentar este asunto. Ya que no se trataba de adentrarse en los pormenores de la representación cinematográfica solamente, sino de ante todo, intentar determinar la representación in situ, es decir, la puesta en escena del holocausto a la hora de perpetrarlo y la inmediata consecuencia, a posteriori, en la memoria. Cómo ya avance unas líneas atrás, se trataría de un proyecto todavía inconcluso, lleno de retazos, fotografías, material filmado, grabaciones, etc… Con el tiempo, y de ahí supongo el abandono del marco universitario, la tesis iba tomando un cariz más y más personal, y con él la sensación de qué la única manera de abordarlo sería desde un lugar, todavía, desconocido…